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¿Cómo conjugar el ahorro en calefacción y la ventilación necesaria en estos tiempos del coronavirus? Las temperaturas invernales nos obligan a pasar más tiempo en casa. Por otro lado, en muchas regiones existe una normativa estricta que desalienta las actividades al aire libre. Entre ellas, hemos visto cómo ha aumentado a un ritmo insospechado el teletrabajo.

Estas circunstancias pueden provocar que aumente nuestra factura en calefacción. En especial, si se trata de tareas sedentarias, el gasto en calefacción aumentará debido a que la jornada laboral se desarrolla en el hogar y es necesario mantener una temperatura adecuada para llevarla a cabo.

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Buen aislamiento en la vivienda

El aislamiento del inmueble es uno de los aspectos fundamentales para ahorrar en calefacción:

  • Paredes con materiales aislantes, como lana de roca.
  • Suelos con aislantes térmicos o de madera
  • Doble acristalamiento en las ventanas, que deberían tener marcos con cierre hermético.

Tanto si disponemos del aislamiento idóneo como si no, las persianas y burletes también contribuyen a evitar que se pierda el calor:

  • Sube las persianas cuando haya luz solar y bájalas a la caída de la noche.
  • Un burlete es una forma económica de conseguir que cierre mejor cualquier puerta o ventana, evitando así la pérdida calorífica.

Si no tienes posibilidad de otro aislante mejor para el suelo, una buena alternativa es colocar alfombras, cuanto más mullidas mejor. Además, sirven de elemento decorativo del hogar.

Ventilar lo justo

Una de las principales recomendaciones de seguridad para evitar contagios de COVID-19 es airear con frecuencia los espacios cerrados. Sin embargo, una ventilación excesiva puede afectar al rendimiento de nuestra calefacción. Basta con ventilar las habitaciones de casa durante unos pocos minutos y volver a cerrar puertas y ventanas para evitar pérdidas energéticas.

Siguiendo los consejos de las autoridades sanitarias, la ventilación será necesaria en especial cuando estemos entre personas no convivientes, por lo que habrá que ventilar con mayor frecuencia en estos casos. Por lo tanto, si queremos evitar ventilar demasiado, quizá no es el momento de reunirse en espacios cerrados, aunque nos pese.

Cuidado con los radiadores

El buen funcionamiento de los radiadores es esencial para obtener un rendimiento óptimo de nuestro sistema de calefacción. Por eso, nunca deben cubrirse y mucho menos por motivos meramente estéticos. Tampoco es conveniente secar la ropa húmeda sobre ellos.

Para evitar que se acumule aire en su interior, púrgalos y comprueba que funcionan bien.  Esta operación es mejor hacerla en otoño, antes de encender la calefacción por primera vez en la temporada.

También se pueden poner paneles reflectantes detrás de los radiadores para potenciar el calor y conseguir un ahorro de hasta el 20 %.

Contratar la potencia adecuada de electricidad

Si tienes calefacción es eléctrica, revisa que la potencia sea suficiente. La potencia eléctrica determina el número de electrodomésticos y otros aparatos que estén funcionando simultáneamente. Una inmensa mayoría contrata demasiada potencia en comparación con sus necesidades reales. Por eso, paga de más de lo que está consumiendo.

¿Cómo se calcula la potencia que necesitamos? Se suma el gasto de todos los dispositivos eléctricos. De acuerdo con dicho resultado, se contrata la potencia necesaria. Una calefacción eléctrica normal necesita entre 1.000 y 2.000 W de potencia, así que será uno de los aparatos que más consuma en toda la casa. En cambio, si es de bajo consumo, tendrá una potencia de entre 400 y 800 W. Otros electrodomésticos de alto consumo son el horno, el lavavajillas y la lavadora, que suelen gastar entre 1.200 y 2.200 W, según la eficiencia energética que tengan.

Usa energías limpias

No solo por cuestiones ecológicas, sino también económicas.

En España, a pesar de que se ha intentado renovar los sistemas de calefacción más obsoletos, aún abundan las calefacciones de carbón o gasoil. Estas fuentes de energía contaminan y tienen un coste elevado, tanto medioambiental como para el consumidor. Por este motivo, recomendamos sustituir estas calderas por aquellas que son más sostenibles y baratas, por ejemplo, de gas o las de bajo consumo.

Existen subvenciones y ayudas para las comunidades de propietarios que desean actualizar el sistema de calefacción por uno más eficiente y ecológico.

Las fuentes de energías renovables son estupendas para las viviendas porque son eficientes en la generación de calor. Algunos ejemplos son estas:

  • Aerotermia: Se utiliza una bomba de calor de aire dependiente de las condiciones climáticas del exterior del inmueble.
  • Geotermia: Se utiliza una bomba de calor de agua del subsuelo.
  • Paneles fotovoltaicos térmicos que absorben el calor del exterior de la vivienda.

La elección del sistema idóneo depende de las características y localización de la vivienda. Siempre es conveniente consultar a un experto para elegir aquel que más nos convenga.

La temperatura importa

Cuanto más subimos el termostato, más gastamos. Cada grado más, se gasta entre un 7 y 11 % de calefacción. La temperatura perfecta está entre 19 y 21 °C y 16 °C por la noche o cuando se esté fuera de casa. De este modo, se ahorra hasta un 13 %.

En la actualidad existen termostatos inteligentes que puedes regular con el móvil. Con ellos controlarás al máximo tu calefacción de manera eficiente.

Vístete de invierno también en casa

Subir la calefacción a temperaturas tropicales solo para poder estar en ropa veraniega es un gasto innecesario. Es mejor usar ropa abrigada que mantenga el calor corporal para no abusar de la temperatura de la calefacción.

Cuando hace frío, las prendas térmicas son nuestras mejores compañeras:

  • Camisetas.
  • Mallas o leggins.
  • Batas de tejidos cálidos.
  • Calcetines de lana (si es de merino, mejor).
  • Zapatillas cerradas.
  • Una mantita en el sofá para ver la tele. ¡Incluso una batamanta!

Otra buena forma de combatir las temperaturas gélidas es moverse: hacer unas sentadillas, dar unas zancadas, saltar a la comba… El movimiento activa la circulación y eleva la temperatura corporal, además de los beneficios que ya todos conocemos.

Programar la calefacción

Un termostato programable que permita encender, apagar y regular la calefacción nos ayudará a controlar el gasto energético. Otra gran ventaja es que impide que la temperatura cambie bruscamente.

De esta manera, podemos ahorrar apagando la calefacción cuando no estemos en casa o en aquellos momentos en que no la necesitemos, por ejemplo, por la noche. Programarla también nos permitirá mantener la temperatura deseada solo cuando la necesitemos.

Caldear solo las habitaciones que se usan

Cuando solo estamos un cuarto de nuestra vivienda, no es necesario encender la calefacción en todos. Se pueden apagar los radiadores de las estancias que no estamos para mantener a raya el gasto.

Además, si eres friolero, es mejor que organices tus actividades cotidianas cerca de los radiadores y para aprovechar al máximo el calor que desprenden. Así disfrutarás de la mejor temperatura sin que afecte a tu bolsillo.

En definitiva, es fácil controlar ahorrar en calefacción con unos pequeños gestos, cambiando algunos hábitos e invirtiendo en soluciones de aislamiento y eficiencia energética.

Fuente: La Gaceta de Salamanca.